
Hoy: El toreo y los rodeos americanos. (Arriba en la imagen, J. J. Rueda,
El Ruso, experimentando nuevas sensaciones)
Seamos empáticos por un momento y pongámonos en la piel de los extraterrestres que nos observan. Por un lado tienen al humano, ser con capacidad racional (aunque esto aún lo dudan) de las especies más desarrolladas e inteligentes del planeta, individuos que cada años gastan millones y millones de petrodolares en seguridad. Por otra parte tienen al toro: especie animal, movida pos instintos, con dos cuernos enormes que si te los clavan te hacen pupita. De pronto, estos extraterrestres se encuentran, por un lado, a unos humanos vestidos de florero y con una manta en las manos dando vueltas alrededor del toro, poniendo en riesgo su vida y para terminar con la gracia, jodiendo al animal; y por otro lado, a otros humanos que estos ya directamente from lost to the river y creyendo que ser cowboy es guay, se montan encima del toro a que este les pegue cuantas más hostias mejor. Amén de esto, los extraterrestres observan que mientras estos eventos se producen, centanares y miles de otros humanos (y ningún toro) se congregan alrededor a observar dichos espectáculos, aún no tienen muy claro si por el simple hecho de verlos o si esperando ser testigos de la muerte de quien se planta delante o, aún no se lo creen, encima del toro.
LLegados a este punto y tras siglos y siglos de estudios, a los extraterrestres no les queda más remedio que llegar a esta sabia conclusión: los humanos son raros de cojones.
Y gilipollas.
Ps: Y que Dios* nos acoja en su seno y los extraterrestres nunca descubran el libro Guinnes de los records...
(*Dios: Personaje ficticio del libro del leyenda La Biblia, propiedad intelectual y espiritual de Iglecia Inc. Todos los derechos reservados)
Ps2: No sé por qué cojones no me queda cuadrada la imagen de arriba.